De Contumazá, también denominada “Nido de Cóndores” por las cuatro réplicas del rey de los Andes adornando su plaza, ha dicho el sabio Alexander von Humboldt que “parece una pequeña ciudad situada entre alfalfares y muy poblada”.
Luz María Crevoisier Periodista
Esta ciudadela, rodeada por cerros amarillos, era en épocas prehispánicas asentamiento de pueblos textileros y artistas de la cerámica. Ellos, los cusimancos y chuquimancos, fueron derrotados por los chimús. Según Sarmiento de Gamboa, en el lugar donde se realizó la batalla de Kunturmarca y pereció el aguerrido cacique Guzmanyo se erigió Contumazá.
A Contumazá la llaman ahora la “Ciudad de los penitentes”, por los especiales rituales que se llevan a cabo durante la Semana Santa, llenos de sobrecogedora piedad.
Tradición
Uno de sus hijos ilustres, el político, maestro y excongresista Edmundo Murrugarra Florián, relata al Diario Oficial El Peruano, el desarrollo de estas celebraciones, que en su tierra adquirieron un significado especial.
“Concluidos los vistosos carnavales cajamarquinos, se alistan las hermandades y cofradías creadas entre familiares o amigos de la infancia, para preparar el ‘labrado de cera’. Es una tarea de hermandad, acompañada por la banda de músicos, la chicha o aguardiente y diversos potajes”, menciona.
“Durante la Semana Santa, la hermandad traslada la cera hasta la iglesia, acompañada por la banda y los chiquillos que celebran a su modo lo que llamamos ‘la Semana Santa Chica’”.
El profesor Murrugarra nos cuenta que después de las misas nocturnas, las imágenes del Señor Nazareno, la Virgen María y San Juan recorren las principales calles, cargadas por los ‘esclavos’. La Santísima Virgen es llevada por las mujeres y San Juan por adolescentes.
El Jueves y Viernes, la Verónica acompaña a María; los hombres van vestidos de poncho marrón y sombrero copudo, y las mujeres se cubren la cabeza con un pañolón negro.
“En Viernes Santo se realiza la conmovedora representación del desclavamiento y descenso de Cristo en la Cruz, teniendo como tétrico fondo el lúgubre sonido de un saxofón”.
La Semana Santa en esta ciudad de Cajamarca tiene varias particularidades. Por ejemplo, cada día sale en procesión una figura diferente. Se inicia el lunes con la procesión del Señor del Huerto, que es una representación de Jesús rezando en el Huerto de los Olivos.
Fin de celebración
Edmundo Murrugarra destaca que uno de los mayores atractivos de la Semana Santa de su natal Contumazá tiene como protagonistas a ‘los esclavos’.
Estos son hombres jóvenes o de edad mediana vestidos íntegramente de blanco y cubiertos de pies a cabeza con un tul que solamente deja libres los ojos y la nariz. Ellos tienen atados los brazos a un grueso madero.
“Los ‘esclavos’, según la tradición, purgan culpas graves, pero más patéticos son los ‘penitentes’, como lo fueron los antiguos ‘penitentes de chicote’ que ahora son solo de “tabla”, en alusión al madero.
Salen a medianoche los Jueves y Viernes Santos, arrastrando barretas de labriegos y las calles se estremecen con sus lamentos hasta que llegan solos al cementerio.
“El Sábado de Gloria y el Domingo de Pascua no tienen presencia escénica ni resonancia en el imaginario y sentimientos populares”. Los rituales se efectúan en la iglesia, teniendo como testigo al apóstol San Mateo, patrono de la Villa de Contumazá.
Luego de los vistosos carnavales cajamarquinos, la agenda regional se concentra en la Semana Santa.
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